domingo, 19 de junio de 2016

El Club de la Lucha





Buenas tardes!

Toca reflexionar tras ver una impactante película titulada “El club de la lucha”; los motivos para hacerlo son varios, a saber:

UNO: es de 1999, basada en una novela escrita en 1996. (Luego se extiende la reflexión del por qué este dato del tiempo lineal es importante.)

DOS: trata sobre un aspecto que desde la precariedad del pensamiento humano puede discernirse la ambigüedad, -y por ende el prejuicio-, de “ya estamos de nuevo ante un loco”, no porque lo esté o lo sea, si no porque es DIFERENTE al pensamiento reduccionista de la plebe; si eres distinto, pero MUY distinto, estás mal, esa es la premisa y de ahí no se sale NADIE que no tenga la suficiente inteligencia para pensar por sí mismo o “por” sobre la Gestalt que sea, que es UNO y MÚLTIPLE pero sin dejar, valga la reiteración, SER UNO MISMO.

TRES: el final de la película, -que NO desmonta nada para quien no la haya visto- es del todo visionario, yo cuando estaba viéndolo no cabía en mi asombro:


Porque cualquiera que haya estado atento desde el archifamoso once de septiembre de 2001 u “ONCE ESE”, sabrá lo que pasó ese día, y no voy a repetir cual loro desinformante nada de lo que repiten esos medios, por lo que diré sin ningún tipo de tapujos: la demolición de las torres gemelas más el edificio negro o también llamado “SIETE”, que no tuvo absolutamente NADA que ver con ninguna clase de ataque aéreo, ni de aviones ni de misiles:



El desarrollo de la reflexión podría hacerse desde diferentes vertientes, pues cabría decir que el “terrorismo” del que los medios de desinformación desde hace ya tanto, antes incluso del autoatendado mencionado del once de septiembre, es siempre, siempre, y siempre, inventado, de tal forma que podríamos decir sin ningún tipo de dudas que NO HA HABIDO ni un sólo atentado terrorista que hayan llevado acabo los que se supone tendrían que ser terroristas: gentes que quieren causar el mal a otros por una u otra razón, como por ejemplo: tú fastidias a alguien en su tierra, el de esa tierra se rebela y te fastidia a tí en la tuya, pero no dándote un pequeño susto o alarmando un poquito a la sociedad, si no un TERROR de verdad; siempre digo que no me gustaría estar en la piel de un palestino, y siempre menciono a los palestinos porque viven en un TERROR constante, sin descanso, día sí y día también, pues es como les obligan a vivir los que ocupan su tierra.

Hace no mucho al terrorismo se le llamaba “guerra”, unos y otros entraban en conflicto por distintas excusas, que no razones; el ser humano es violento por naturaleza, tiene una necesidad monstruosa y ancestral de provocar el mal allí donde está, incluso cuando parece que está haciendo el bien, lo único que está haciendo es urdir un plan para fastidiar al prójimo, y ésto, aunque sea de forma inconsciente, no es excusa, es lo que hace ser al humano un bicho abyecto hasta la médula. No es ninguna novedad y lo reiteramos mucho, pero no es porque sí, es simple observación.

El caso es que película y supuesta realidad tienen un fin completamente distinto, siendo más “real” el de la película o ficción que el de la realidad o… de nuevo ficción, aunque haya gente realmente implicada (familiares) en esa vivencia y que si leyeran esto se enfadarían bastante, pero hierran en su enfado si fuera dirigido hacia esta observación, pues quienes cometieron el crimen están tirando de los hilos de quienes parece que gobiernan.

Y es tanto así porque los del club de la lucha han formado un ejército para quitar del medio las memeces de la “cultura de la necesidad”, necesidades que NO son necesarias en la inmensa mayoría de los casos, simplemente son caprichos para hacer endeble al primántropo y estar siempre necesitados de necesidades falsas, con lo que consiguen un aborregamiento perfecto para imponer una idiocracia que cada día que pasa idiotiza más al vulgo.

Ese “ejército” no es más que la casi perfecta escenificación de la tiuzdad en busca del paso hacia la Evolución del Espíritu en forma de entidades Divinas, o sea, los Tiuz, que NO se andan -no Nos andamos- con tonterías ambiguas: lo que tiene que ser, es, o dicho como lo decimos muchas veces: "lo que éh, eh, y lo que no éh, no éh”, dicho sea de paso con el deje andaluz, como no puede ser de otra forma. Las perogrulladas a veces parece que lo son, pero no es tanto así; si quieres de verdad provocar un mal que lamenten los que han producido mal, debe de ser hasta las últimas consecuencias, de lo contrario se queda la cosa en “un sí es no es” que da asco; caso idéntico si lo que quieres provocar es el bien; por gracia Nosotros sólo queremos la Armonización de una Tierra -RAN- en la que reine lo que debe de reinar, pues el bien y el mal son sólo medias verdades del mono loco que nosotros mantenemos MUY lejos.

Decapitar al sistema consumista parece la idea de un cantamañanas cualquiera de estos que están tan de moda, pero no se puede decir desde el mismísimo consumismo, de hecho NO se dice: actúas como deba de ser sin la teatralidad de la desinformación mediática, que es lo que necesita el humano para poner en “verdad” lo que es del todo MENTIRA; es como que si algo no sale a la luz “pública” no existe, y si sale sí, PUES NO; cuanto más verdadero sea algo, más estará en donde deba de ser, sin miradas innecesarias de necios que no van a comprender la trascendencia de lo que de verdad SEA ALGO.

La película en sí misma y casi durante una hora puede dejarte en plan… “vaya pestiño de violencia, otra más”, pero a veces se debe de tener algo de paciencia para comprender toda la intrincada trama, y esta película la tiene y de qué manera. Nosotros como NO hacemos análisis de interpretación, cuadro de actores ni pamplinas de esas, queda la reflexión bastante abierta para analizarla mucho más, pero eso, desde una perspectiva más allá del dedo que señala a la Luna ;)


Lo de las fechas no lo he recalcado mucho porque creo que por lógica se entiende: la novela es de 1996, la peli la hacen en 1999 y los autoatentados-demoliciones de las torres gemelas y edificio 7 son en 2001, en fin, parece que se ponen del revés las cosas; normalmente un hecho funesto provoca hacer una película, pero aquí parece que primero hicieron la película y después se la han montado en la realidad… o lo que quiera que sea ello.

H.


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